El Museo de Arqueología de Alta Montaña nace de la voluntad del Gobierno de la Provincia de Salta por resguardar, estudiar y difundir el hallazgo de los “Niños del Llullaillaco”, sin duda uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos años.
Estos tres niños fueron hallados en marzo de 1999, conservados por el frío, en la cima del volcán Llullaillaco, a 6.700 mts. de altura, junto a ciento cuarenta y seis objetos que componían su ajuar: un particular mundo en miniatura que los acompañó en su viaje al más allá.
Los estudios realizados permiten suponer que vivieron hace más de 500 años, durante el apogeo del estado inca, poco antes de la llegada de los españoles.
El Museo presenta de manera didáctica, y al mismo tiempo desde una visión científica, este maravilloso hallazgo que permite ver y comprender una cultura que aún hoy permanece viva en gran parte de la América andina.
Edificio
El MAAM ocupa un histórico y señorial edificio de mediados del siglo XIX ubicado frente a la plaza principal de la ciudad de Salta.
Su fachada, restaurada y puesta en valor, se inscribe dentro del estilo neogótico de neta impronta victoriana. El interior fue remodelado, conservando estructuras históricas, a fin de adaptarlo a su nueva función.
Equipado con la más moderna tecnología, desarrolla diversas actividades que convergen en torno a la conservación, estudio y difusión de las valiosas colecciones que en él se exhiben.
Cuenta con un área de exposición permanente y otra destinada a exposiciones temporarias, laboratorios para estudios científicos y laboratorios de conservación museológica. También posee una sala de usos múltiples, cafetería y tienda de recuerdos.
La circulación entre la planta baja y sus tres niveles superiores se realiza por una escalera principal doble, independizando el ascenso del descenso. Otro módulo de escaleras, semioculto, relaciona los laboratorios entre sí. Asimismo, un gran elevador, con capacidad para 12 personas, sirve para el desplazamiento de los distintos grupos de visitantes.
Para asegurar el buen estado de conservación de su colección, el ambiente en las salas de exposición está controlado automáticamente, manteniendo el aire filtrado y desbacterizado, a una temperatura constante de 18 °C y una humedad relativa de 45 %.
También cuenta con un sofisticado sistema de iluminación controlada que varía su intensidad en las vitrinas ante la presencia o no de público.
Las salas de exposición están equipadas con tres bandas de sonido que intentan recrear cantos, música y sonidos precolombinos. A esto se suman cuatro videos documentales de moderno formato.
Las áreas de circulación pública del Museo sirven también de circunstanciales ámbitos para exposiciones fotográficas o de arte relacionado con la temática del museo.
Colección
En el M.A.A.M. no sólo se exhibe una magnífica colección, sino que también se ha creado un ámbito donde es posible acercarse al mundo andino a través de la Arqueología de Alta Montaña, y desde allí comprender el universo Inca y sus costumbres.
Los variados objetos que componen el ajuar de los Niños del Llullaillaco, elaborados con diferentes materiales (oro, plata, valva, madera, tejidos, plumas, cuero, fibras vegetales, etc.) se destacan por su excelente estado de conservación natural.
Laboratorios, espacios de investigación y salas de exposiciones, se conjugan en un plan de trabajo que nos permite ver con claridad una de las etapas cruciales en el pasado histórico del noroeste argentino.
Independiente de las modernas tecnologías y de los innovadores métodos museográficos, se ha creado un ámbito con respeto y con sentimiento, dando lugar a un Museo educativo, científico y profundamente humano.
Descubrimiento
El viernes 26 de febrero de 1999 partió de la ciudad de Salta un equipo de investigación dirigido por el Dr. Johan Reinhard e integrado por catorce personas, dos norteamericanos, seis argentinos y seis peruanos. El Ejército Argentino puso a disposición dos camiones unimog para el traslado hasta el volcán Llullaillaco, a lo que se sumó una camioneta doble tracción que permaneció en la base del volcán durante toda la campaña.
Luego de hacer escala en las localidades de San Antonio de los Cobres, Salar de Pocitos, Tolar Grande y Estación Socompa muy cercana al volcán. Al medio día del miércoles 3 de marzo se arribó al lugar donde se instaló el campamento base, a una altura de 4.900 metros.
El viaje no estuvo exento de contratiempos, los camiones recalentaban el motor y la escasez de agua de la zona transformaron esto en un verdadero problema. Antes de llegar a la ciudad de Tolar Grande, un recipiente de gasoil se derramó sobre una caja de alimentos ocasionando una pérdida grave que fue difícil paliar.
El alimento y el agua estaban calculados exactamente por día y por persona, debiendo ser muy estrictos con las raciones. En el campamento base habían dos tanques de 200 litros de agua, los cuales debían durar por lo menos una semana hasta la instalación de los campamentos superiores donde se encontraría nieve para derretir. Cada persona podía consumir un máximo de 4 litros por día, tanto para beber, limpiar las vajillas, como para el aseo mínimo personal.
Durante la primer semana se realizaron traslados de alimentos y herramientas a los campamentos intermedio intalado a 5.800 mts. y de altura a 6.600 mts. hasta dejarlos completamente equipados. También al mismo tiempo se realizaron trabajos de relevamiento y registro de los numerosos sitios arqueológicos ubicados entre la base y la cima.
El campamento estaba formado por varias carpas pequeñas para dos o tres personas y una carpa grande donde entraba todo el equipo, además de ser un espacio para comer, el grupo se reunía y planificaba las actividades de la campaña. Había turnos rotativos para encargarse de la comida del día, limpieza de las vajillas y derretimiento de nieve para el abastecimiento de agua..
Se trasportaron dos garrafas de gas de 10 Kg para hacer funcionar un anafe de dos hornallas.
En cada campamento se construyó un pequeño pircado o empalizada para que funcione como baño. El campamento superior (6.600 m) se instaló en un lugar protegido de las frecuentes tormentas eléctricas estivales.
La comunicación entre los campamentos o grupos de trabajo se realizaba a través de radios de largo alcance, se disponía además de un teléfono satelital para cualquier emergencia y para comunicarse con los familiares de los expedicionarios. Para recargar las pilas de los equipos se trasportaron dos baterías de automóvil que a su vez eran alimentadas con un panel de energía solar despleglable.
El miércoles 10 de marzo ya estaban todos los integrantes del equipo de investigación en el último campamento a 6.600 m. Las tareas realizadas los dos primeros días en la cima consistieron en el relevamiento de todas las estructuras arqueológicas y una excavación en un pircado circular. Los días 12 y 13 de marzo se desató una tormenta que cubrió el campamento con medio metro de nieve, debiendo los expedicionarios suspender todas las actividades y permanecer en las carpas, en estos días se registraron temperaturas extremas de 37° C bajo cero.
“Las condiciones sólo aumentaron mi respeto por la hazaña de los incas, no sólo haber excavado las tumbas, sino también construido estructuras a más de seis kilómetros de altura utilizando piedras encontradas en la cima de la montaña”
J. Reinhard
El domingo 14 de marzo cuatro integrantes del equipo descendieron para regresar a Salta mientras el resto del grupo reinicia las actividades de registro y excavación en la plataforma ceremonial. Al día siguiente aparecieron tres figurillas de llamas, dos de concha marina y una de plata, constituyéndose en el primer hallazgo realizado en el lugar de ofrendas de la cima. Medio metro más abajo se encontraba el cuerpo de El Niño.
El miércoles 17 de marzo el peruano Arcadio Mamaní descubrió en el sector Sur de la plataforma el enterratorio del niño y su ajuar. Ese mismo día, pocos metros más al norte, el salteño Antonio Mercado y el peruano Ruddy Perea localizaron el cuerpo de una jovencita hoy conocida como La Doncella. El enterratorio de la Niña del Rayo fue descubierto dos días después por el peruano Orlando Jaen.
“Esto es increíble, gritó, y todos nos reunimos para ver que había encontrado una hilera de tocados de plumas multicolores, cuatro estatuas femeninas enterradas. Al seguir excavando hallamos un bulto revelador. Consternados, vimos que la envoltura exterior estaba calcinada: la descarga de un rayo había penetrado más de un metro en la tierra y alcanzado a la momia.”
J. Reinhard
El sábado 20 de marzo concluyeron las excavaciones en la cima y los investigadores procedieron a rellenar los pozos y dejar el lugar como estaba antes de las excavaciones
A través del teléfono satelital el Dr. Reinhard se comunicaba con el Director de Patrimonio Cultural de Salta, arquitecto Mario Lazarovich, coordinando las acciones para el traslado adecuado de los cuerpos y ajuar a la ciudad de Salta.
El viernes 26 de marzo, luego de permanecer en la base del volcán durante un par de días realizando el acondicionamiento y catalogación de los materiales, el grupo inició el regreso a la ciudad de Salta a la que llegaron al día siguiente en horas de la noche.